Nuestra hermosa Cartagena de Indias, una de las ciudades más bellas de Colombia y del mundo, es también el hogar de miles de niños que carecen de las necesidades básicas para desarrollarse adecuadamente.

Un día de febrero de 2021, en plena pandemia por Covid-19, recibimos en nuestro grupo de amigas, la fotografía de un niño, que mostraba las evidencias de sus clases virtuales.

En la foto se veía al niño en una casa bastante modesta, con pisos de tierra y paredes de madera, rodeado de sus trabajos del colegio pegados en la pared y una mesita improvisada para hacer sus tareas. La imagen no sólo mostraba la dedicación y el compromiso del niño con su aprendizaje, sino el amor y las ganas de superación de sus padres.

La foto nos logró impactar y arrugar tanto el corazón, que decidimos unirnos para crear una Fundación que pudiera ayudar a niños en su misma condición.

Nos pusimos en contacto con la maestra del niño, nos contó las condiciones en que muchos de sus alumnos vivían y los problemas que los aquejaban. Desde entonces visitamos su comunidad y comenzamos a trabajar con ellos. Comenzamos realizando distintas actividades de bienestar, al tiempo que nos fuimos asesorando y organizando legalmente hasta lograr lo que hoy es nuestra Fundación, creada para llevar alegría y una semilla de esperanza a todos esos niños que muchas veces no tienen ninguna oportunidad de salir adelante.

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